Nos pasamos nuestro día a día negociando: con el jefe, los compañeros, los clientes, los proveedores, la pareja, los hijos… Es la forma habitual de relacionarnos y a menudo lo hacemos bastante bien. Pero cuando afrontamos una negociación formal en la que están en juego intereses importantes para nosotros, para nuestra empresa o para nuestro equipo es imprescindible revisar la intuición y diseñar una buena estrategia.
Prepararnos, hacernos buenas preguntas, medir las fuerzas, plantear alternativas han de ser los primeros pasos. Descubriremos los distintos estilos de negociación que existen y las ventajas e inconvenientes de cada uno de ellos.
Reflexionaremos ante preguntas como: ¿Cuáles son los principales peligros de una negociación? ¿Es mejor negociar en mi casa o en la tuya? ¿Debo ser el primero en hacer una propuesta o es mejor esperar a que el otro mueva ficha? ¿Competimos o colaboramos?
El buen negociador es aquél que habla poco, es flexible, sabe escuchar y no duda en aprovechar la negociación para establecer una relación de confianza con la otra parte.